Lo que debes saber si te van a hacer una artroscopia

Es una operación de las articulaciones, generalmente de rodilla, que no es complicada. Un especialista nos cuenta los detalles para que sepas cuánto dura, cómo es la rehabilitación y otros aspectos que debes tener en cuenta.

La artroscopia (de rodilla, de hombro o de cadera) es aquella intervención en la que los especialistas van a resolver algún problema de articulación que no ha podido revertirse con otros tratamientos.

Esta intervención debería realizarse, «en aquellas lesiones en las que el tratamiento convencional con medicación, reposo, fisioterapia, infiltraciones con medicamentos o los tratamientos mediante terapias biológicas (como el plasma rico en plaquetas o los concentrados celulares con células madre) no han funcionado».

Asimismo, el doctor también incluye en la lista aquellos casos en los que esté indicado directamente una cirugía de rodilla por tratarse de lesiones que no pueden solucionarse de otra forma, como podría ser en algunas roturas completas de un ligamento cruzado.

En una artroscopia se visualizan las lesiones, se hace una valoración y se tratan

En cuanto al tipo de lesiones de rodilla que se pueden tratar mediante esta técnica, el experto indica que serían todas aquellas relacionadas con las estructuras que están en el interior de la rodilla, es decir, meniscos, lesiones del cartílago, de la membrana sinovial y de los ligamentos cruzados.

¿EN QUÉ CONSISTE LA ARTROSCOPIA?

Lo mejor para no pasar nervios antes de una intervención es estar bien informado. Los especialistas explican de forma breve y sencilla los pasos básicos que integran una artroscopia de rodilla:

¿Cuánto dura la operación? Lo habitual en una artroscopia de rodilla para la reparación de un menisco puede comprender unos 30-40 minutos, y una artroscopia de hombro, que es otra de las más habituales, tiene una duración algo más variable, entre 60-90 minutos. Si la lesión es complicada, puede alargarse 2 horas.

¿Cómo hay que preparase? No requiere una preparación concreta, solo que «en la medida de lo posible se debe evitar la toma de antiinflamatorios en los días previos (enlentecen o anulan la curación de los tejidos).

¿QUÉ TIPO DE ANESTESIA SE EMPLEA?

Otro de los temores más comunes que suelen aflorar cuando debemos someternos a una operación quirúrgica está relacionado con la anestesia.

En la artroscopia, la anestesia dependerá de la lesión a tratar, «en el caso de la rodilla, lo más habitual es realizar una anestesia parcial, sólo de las extremidades inferiores, mediante anestesia espinal o raquídea (generalmente llamada “epidural”, aunque no sea el término técnico más correcto).

«No obstante, dependiendo de las necesidades previstas por el cirujano para la intervención, así como de la posible duración de la misma, puede realizarse una anestesia sólo local (menos frecuente) o general».

RECUPERACIÓN RÁPIDA

Una vez te despiertas, si no hay complicaciones, lo habitual es que en unas horas estés descansando en el sofá de casa.

Y es que, «habitualmente, el paciente ingresa en el hospital el mismo día de la cirugía y es dado de alta pocas horas después de la intervención, una vez el paciente mueve correctamente las piernas, el dolor se controla bien y el paciente ha orinado (para eliminar la anestesia)», sostienen los expertos.

Sin embargo, en aquellos casos en los que sea necesario mantener un control del dolor por vía intravenosa, surjan complicaciones o el equipo quirúrgico así lo considere, puede ser necesario un control durante las 24-48 horas posteriores a la cirugía con el paciente ingresado en el hospital.

¿NECESITARÉ MULETAS, SILLA DE RUEDAS…?

Dependiendo de la lesión tratada se puede permitir o no el apoyo de la extremidad y a su vez este apoyo puede ser completo o parcial.

En general, en la cirugía artroscópica de rodilla lo más habitual es caminar apoyando el peso con ayuda de muletas, al menos durante los primeros días.

Puede ser necesario tomar la medicación pautada para controlar el dolor y la inflamación. En ocasiones es conveniente (si el médico así lo indica) utilizar heparina para evitar problemas con las venas de las piernas.

En los días posteriores a la intervención puedes sentir:

  • Molestias o dolor, que puede ser controlado con medicación analgésica oral pautada por el especialista.
  • Inflamación, que se controla mediante vendajes compresivos y en algunas ocasiones con antiinflamatorios pautados.
  • Limitación de la movilidad. El paciente debe seguir las pautas indicadas por el especialista para conseguir el movimiento completo de forma progresiva.

Algunas señales de que tras la operación, algo no va bien pueden ser: un sangrado abundante, un dolor que no se consigue controlar con la medicación, o una inflamación importante que le impida realizar los movimientos prescritos.

CÓMO HACER LA REHABILITACIÓN

La mayoría de las lesiones necesitarán algún tipo de rehabilitación. Sin embargo, esta dependerá del tipo y el alcance de las lesiones.

Lo más habitual es caminar inicialmente con ayuda de muletas, y empezar pronto a realizar ejercicios para potenciar la musculatura de la pierna.

Los primeros días puedes necesitar muletas y enseguida se empieza con ejercicios

  • Cada vez es menor el número de intervenciones que precisan inmovilizar la rodilla y generalmente se puede empezar pronto a realizar ejercicios tipo bicicleta o natación.
  • En caso de mucha pérdida de musculatura, inflamación o limitación de la movilidad, se refuerza lo anterior con rehabilitación asistida y orientada a ganar fuerza, musculatura y movilidad.

«Depende del tipo y alcance de la lesión, la recuperación será más o menos rápida», insisten los doctores. «Los tejidos de forma natural cicatrizan en 6-8 semanas tras la cirugía, de modo que este suele ser el tiempo mínimo para la recuperación de las lesiones».

CONTROLAR EL DOLOR

Las artroscopias de rodilla no suelen ser muy dolorosas. Sin embargo, el dolor postoperatorio depende de las lesiones tratadas.

  • Cuanto más extensa o más grave sea la lesión, más trabajo requerirá para su reparación durante la cirugía y, de la misma forma, es más probable que provoque más molestias que en una lesión simple.
  • No obstante, de forma habitual este dolor se controla muy bien con los analgésicos comunes.

¿HAY QUE HACER REPOSO?

Se ha comprobado que inmovilizar o mantener las articulaciones en reposo favorece el riesgo de rigidez postquirúrgica y aumenta la atrofia de los músculos.

  • Hoy en día lo que se recomienda es realizar movimientos progresivos, con poca carga de peso, con el objetivo de activar la musculatura y mejorar el riego sanguíneo de las articulaciones y de la misma forma, pueden estar indicados todos aquellos movimientos que no impliquen un riesgo para la cirugía realizada.
  • Además, se recomienda movilidad articular activa, bicicleta estática (al principio) o elíptica y ejercicios isométricos (aquellos en los cuales se contraen los músculos de forma estática, sin mover las articulaciones).
  • En algunos casos hay movimientos que están limitados durante las primeras semanas y es el especialista el que nos indicará aquello que no debemos realizar.
  • Mientras mantenga los puntos o grapas en la piel es recomendable siempre evitar mojar las heridas.
  • En ocasiones se utilizan unos apósitos tipo film, que permiten que puedas ducharte.
  • Bañarse no es recomendable y sumergirse en una piscina tampoco, hasta que estén curadas las heridas, lo cual puede requerir unas 2 semanas.
  • Tras una artroscopia de rodilla en 1-2 semanas se puede conducir. Pero en caso de lesiones de cartílago o ligamentos se retrasa a unas 4-6 semanas.

POSIBLES COMPLICACIONES

Lo habitual es que no ocurran incidencias y que una vez dejamos el hospital, nos recuperamos poco a poco en casa. Pero el Dr. nos detalla algunos casos puntuales: «aunque la incidencia es baja, pueden aparecer problemas inmediatos tras la intervención como el dolor no controlado, una inflamación importante o sangrado de la herida».

Entre los problemas que pueden surgir a medio plazo los doctores destacan, por su importancia, «la infección de la herida quirúrgica, lo cual afortunadamente sólo ocurre en un porcentaje muy bajo de pacientes intervenidos mediante artroscopia».

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