Los problemas degenerativos del hombro son una de las principales causas de incapacidad laboral. Para los pacientes supone un problema de salud equiparable, en su percepción de enfermedad, a la insuficiencia cardíaca o la diabetes. La prótesis de hombro, que podría ser una solución para muchos enfermos, es desconocida para gran parte de la población.
La prótesis de hombro, artroplastia de hombro o sustitución protésica de hombro es un procedimiento quirúrgico mediante el cual se sustituye la articulación glenohumeral (la articulación entre la cabeza del húmero y la escápula) por un implante protésico. Este procedimiento está indicado fundamentalmente en casos de artrosis evolucionada o de artritis severa de hombro (como en la artritis reumatoide) para controlar el dolor y recuperar la funcionalidad perdida; y también tras algunas fracturas de hombro proximal en las que la reconstrucción quirúrgica no es posible.
El primer recambio protésico de hombro se realizó en 1893, pero no fue hasta la década de los 50 del pasado siglo que se comenzaron a usar los sistemas protésicos modernos. Sucesivas mejoras teniendo en cuenta la anatomía y la biomecánica articular han hecho del procedimiento una intervención exitosa y segura. Existen fundamentalmente dos modalidades de prótesis de hombro: Prótesis anatómica o prótesis invertida. El tipo de cirugía va a depender fundamentalmente del daño que tengan las estructuras tendinosas adyacentes que sirven de soporte a la articulación.
La prótesis anatómica de hombro reproduce la anatomía natural del hombro. Para su correcto funcionamiento requiere que el aparato tendinoso del hombro esté conservado.
En la prótesis invertida de hombro el húmero se excava para que aloje y se articule sobre el componente escapular, en este caso semiesférico, al revés de la disposición natural de la articulación. La sustitución inversa permite utilizar el músculo deltoides para reforzar la articulación, añadiendo estabilidad y mejorando los resultados funcionales.
Esto es muy útil en pacientes que tienen dañados el manguito de los rotadores y los tendones del hombro. Algunos de estos pacientes llegan a tener una grave alteración funcional llamada “hombro pseudoparalítico”, en que no pueden apenas mover el brazo; para esta situación no existían tratamientos exitosos hasta la aparición de las prótesis invertidas; ahora gracias a ellas los pacientes pueden recuperar una función adecuada en la mayor parte de los casos.
La prótesis de hombro se coloca mediante cirugía, bajo anestesia general. La operación dura unos 90-120 minutos y el paciente permanece ingresado, habitualmente, de 4 a 7 días tras la intervención.
Poco tiempo después de la cirugía se le enseñan al paciente una serie de ejercicios suaves de movilización pasiva. Sin embargo la rehabilitación propiamente dicha no comienza hasta 4-6 semanas tras la operación.
En los últimos años ha aumentado el número de componentes modulares de las prótesis, lo que permite combinarlos para que la prótesis se adapte lo más anatómicamente posible al paciente concreto, mejorando la tasa de éxito. Los sistemas universales permiten en el mismo momento quirúrgico o posteriormente cambiar de un modelo anatómico a un modelo invertido evitando cirugías cruentas. Esto es especialmente útil en las situaciones en que haya que recambiar la prótesis.
Los resultados de este tipo de procedimiento han mejorado mucho, teniendo actualmente una gran tasa de éxito comparable a la de la rodilla y la cadera. La mayoría de los pacientes refieren una clara mejoría en el control del dolor y una recuperación de la funcionalidad del hombro tras la cirugía.
La clave del éxito depende de la correcta indicación quirúrgica y de la experiencia del cirujano. Si la indicación es correcta, en un equipo especializado, la tasa de éxito es muy alta. Por otra parte, el desconocimiento sobre las ventajas y resultados de esta técnica hace que muchos pacientes que se beneficiarían de la sustitución de la articulación del hombro no consulten con o no sean derivados a una unidad de traumatología experimentada.