Beneficios de la artroscopia en las lesiones ortopédicas

Es mínimamente invasivo y permite una rápida recuperación del paciente

La artroscopia es un procedimiento diagnóstico y terapéutico que surgió hace más de 30 años; no deja de causar interés en la actualidad, debido a la evolución de sus técnicas y el aumento de sus variantes para el tratamiento de las lesiones ortopédicas.

Este tipo de abordaje es un homólogo a la laparoscopia. Su objetivo es identificar y reparar las lesiones o roturas del paciente utilizando una cámara de visión, así como incisiones mínimas para facilitar su rápida recuperación y que su morbilidad sea prácticamente nula.

Los especialistas explican que el auge de la artroscopía no solo ha dado paso a nuevas soluciones para el tratamiento de los pacientes, sino también a un mayor grado de especialización de los ortopedas, debido a que en la actualidad ya existen subespecialidades relacionadas a este procedimiento.

“Mediante estas, se pueden solventar lesiones de rodilla y hombros, las cuales son las más comunes y también de cadera, muñeca, codo, tobillo, incluso de una metacarpofalangica (articulaciones en los huesos de las manos), rizartrosis, túnel del carpo, y tendinitis de De quervain, para mencionar algunas.

Todas en estas con dos incisiones más pequeñas que una uña”, señalan.

Frecuencia y ventajas

La realización de este procedimiento es muy común, pero requiere de una curva de aprendizaje amplia por parte del especialista.

Dentro de las mayores ventajas que tiene este procedimiento es el bajo grado de morbilidad, el rápido tiempo de recuperación a sus actividades cotidianas y deportivas, el paciente está menos expuesto a infecciones, hay menor manipulación de tejido blando con mínima cicatriz.

Tratamientos previos

El especialista hace hincapié en que la artroscopia es un procedimiento muy efectivo para mejorar el bienestar de los pacientes, sin embargo siempre debe verse la cirugía como última opción terapéutica.

La primera fase debe ser enviar a rehabilitación junto con un tratamiento farmacológico, siempre y cuando, la clínica y las pruebas complementarias indiquen lo contrario para el paciente.

Cuando hay que operar

“En la mayoría de las veces, es el mismo médico rehabilitador remite nuevamente al paciente, explicando que no ha funcionado dicha alternativa y que hay operar, por lo que ya el paciente está convencido de que la cirugía es el procedimiento a seguir”.

Otro detalle vital previo al optar por esta opción quirúrgica es explicarle al paciente qué tiene, qué se le va hacer y que existe la posibilidad de hacer otra cosa al momento de entrar a la articulación, debido a que pueden surgir “falsos positivos”.

Esto quiere decir que no siempre la prueba de imagen o la clínica es similar a lo encontrado en la observación directa; por eso, en ocasiones se recomienda una artroscopia diagnóstica.

Tras el procedimiento

Otro de los grandes beneficios de esta técnica es que el 90 % de los procedimientos son ambulatorios.

El tiempo de hospitalización dependerá mucho del tipo de lesión a tratar y respuesta del paciente, debido a cada lesión, trauma o rotura.

Cada una de estas tiene un protocolo y tiempo de recuperación a seguir.

Para la recuperación también incide la edad, tipo de lesión, dónde está alojada y un cierto grado psicológico.

Esto puede pasar de dos semanas hasta meses, de acuerdo al seguimiento y disposición del paciente.

Algunos consejos prácticos tras el procedimiento son: tomar antinflamatorios durante las primeras dos semanas, curarse la herida con agua y jabón en aseos regulares, secar bien la herida para ayudar a la cicatrización; si duele mucho al apoyar, ayudarse de una muleta e ir apoyando de forma progresiva.

 

Fuente: eldia.com.do

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